Obispo Báez demanda ayuda al mundo para poner fin a “régimen de crueldad” en Nicaragua

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Por Confidencial

Las violaciones de derechos humanos que se siguen cometiendo contra los nicaragüenses, bajo “un régimen de crueldad” como define el estilo del ejercicio del poder en Nicaragua, demandan la intervención de la comunidad internacional e ir más allá de “la hipocresía diplomática”, advirtió este fin de semana el obispo Auxiliar de Managua, Silvio José Báez.

El jerarca católico, quien se encuentra en el exilio desde 2019 por órdenes del Papa Francisco—tras amenazas de fanáticos orteguistas— sostuvo que el pueblo de Nicaragua se encuentra maltrecho y necesita ayuda.

Báez recordó el reciente caso del preso político Max Jerez, a quien le negaron la posibilidad de despedirse de su madre Heidi Meza, quien falleció este viernes. “Se ha vuelto un icono de esta crueldad, un acto de tremenda inhumanidad”, lamentó refiriéndose al caso concreto que ha provocado la condena del régimen en las redes sociales.

El religioso carmelita participó el sábado en la “Jornada Espiritual Mundial: Rompamos el silencio”, que se dedicó a la liberación de los presos políticos en Centroamérica, entre ellos los nicaragüenses, justo cuando la región cumple el bicentenario de su independencia bajo la sombra del autoritarismo en Nicaragua, El Salvador y Honduras, con la población sumida en la pobreza y en una situación crítica por la pandemia.

El líder católico analizó la parábola del Buen Samaritano—la misma que inspiró al pontífice para hacer su encíclica “Fratelli Tutti”— y llevó su mensaje bíblico en esta jornada, en la cual ex presos políticos y sus familiares relataron su testimonio bajo el régimen de Daniel Ortega.

En el mismo evento, realizado el 11, 18 y 25 de septiembre, parientes de reclusos de Honduras, El Salvador y Guatemala narraron su propia situación en un evento regional que contó con una variedad de participantes, entre ellos músicos nicaragüenses, jesuitas de El Salvador, la sección ecuménica desde Sufismo-islam en España, la iglesia presbiteriana, a la que se suma la intervención el sábado 18 de septiembre.

Desde finales de mayo pasado, el régimen ha encarcelado a 36 opositores, entre ellos siete precandidatos presidenciales, en una escalada represiva previo a las votaciones de noviembre próximo, en las que Ortega busca la reelección, mientras se niega a respetar los derechos humanos y acusa a la comunidad internacional de intervencionismo. Los medios oficialistas dirigen también una campaña sucia contra sacerdotes católicos e incrementa la presión contra los medios de comunicación para imponer el silencio en toda la ciudadanía.

“Mi país sufre una situación extremadamente grave que va más allá de lo social, de lo político y lo económico. Es una gravísima crisis humanitaria. En Centroamérica hay problemas de todo tipo, sin embargo, la situación en Nicaragua alcanza unos niveles estructurales de irracionalidad, violencia y maldad que han sobrepasado toda imaginación. Nicaragua es un país secuestrado por una cúpula en el poder, una sociedad maltratada de mil maneras, incluida la pandemia y donde hay personas concretas que han sido privadas de su libertad, despojadas de sus derechos y silenciadas por la fuerza”, añadió Báez.

De acuerdo con Báez, quien se impone con la fuerza y hace de su voluntad ley, no revela su grandeza, “sino su pequeñez moral y su mezquindad enfermiza”.

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