Brasil: La Bienal de São Paulo busca luz en tiempos oscuros
La muestra brasileña reúne un millar de obras de 91 artistas, incluidos una cantidad récord de indígenas brasileños y extranjeros
La Bienal de São Paulo, uno de los mayores eventos de arte contemporáneo en América Latina, abre este sábado sus puertas a los visitantes vacunados. Lo hace 70 años después de la primera edición y con la vista puesta en los tiempos oscuros que vive Brasil. Un gigante aquejado de los males de siempre, a los que se suma la erosión de las instituciones democráticas. En ese escenario, cinco comisarios comandados por el italiano Jacopo Crivelli Visconti han seleccionado a 91 artistas de 40 países cuyas obras sugieren diálogos variados para mostrar hasta qué punto un cambio en la mirada, el tiempo o el contexto modifican el significado de obras, ideas o acciones.
Como todas las ediciones tienen su apodo, esta estaba llamada a ser la Bienal de la pandemia, que obligó a retrasarla un año y a modificar el programa. Pero quizá sea recordada como la de los artistas indígenas. Nueve de ellos, más que nunca —brasileños y extranjeros—, exponen en esta 34.ª edición que reúne más de mil piezas.
El lema elegido, Faz escuro, mas eu canto (Está oscuro, pero canto), es un famoso verso del poeta amazónico Thiago de Mello, escrito en 1963. Como recordó uno de los comisarios este jueves en la presentación, a partir de la dictadura iniciada al año siguiente en Brasil, esas palabras fueron adquiriendo sucesivamente nuevos significados como expresión de protesta, de resistencia, de luto o de esperanza.
El inmenso y delicadamente ventilado edificio rectangular diseñado por Oscar Niemeyer como sede de la Bienal parece perfecto para estos tiempos pandémicos. “Las obras aquí reunidas hablan también del momento actual. La perspectiva histórica es una de las cosas que más nos interesaba presentar”, recalcó el comisario principal. “Es más importante hablar en tiempos conflictivos, desafiantes, que hablar en tiempos pacificados”, añadió, subrayando que hacerlo es “una responsabilidad civil”.
Dos ejemplos: una campana y el diálogo entre las obras de dos mujeres. Las piezas que Carmela Gross expuso en la Bienal de 1969, la del boicot al régimen militar, vuelven a estar en las galerías junto a su Boca do Inferno, creada el año pasado. El contrapunto, las siluetas diseñadas por Regina Silveira, sombras distorsionadas que recuerdan a los tanques que el presidente Jair Bolsonaro convocó desfilar recientemente por el corazón de la democracia brasileña, en Brasilia.