Chile y los efectos del cambio climático: es hora de mirar bajo nuestros pies, porque una golondrina no hace verano

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Ahora es el tiempo de ponerse a buscar soluciones, ya que nuestros ríos del sur posiblemente no vayan a llevar el caudal que tenían antes –y, por lo tanto, la generación de hidroelectricidad puede verse mermada de manera significativa– y claramente nuestra gran reserva de agua, la nieve en nuestra cordillera, tenderá a ser cada vez menor. No es ser alarmista.

Hay que mirar al cielo, pero también hacia la tierra, hacia nuestros pies. O, mejor dicho, a lo que hay bajo nuestros pies. Porque hay un gran recurso de agua en el subsuelo.

Por fin hemos visto llover en el centro sur de Chile y, de hecho, llevábamos varios días esperando la ansiada lluvia. Y cuando las nubes se disipen, podremos disfrutar de la grandeza de nuestra cordillera, con un buen manto de nieve y blanco, radiante, que tanto nos gusta admirar.

Quizás esta introducción hace unos años sería un absurdo, ya que a nadie le debiese extrañar una lluvia en agosto ni ver nuestra cordillera con ese blanco majestuoso tras una buena nevada. Pero lo cierto es que, en estos últimos años, los episodios de lluvia son cada vez más escasos, de intensidades variables y espaciados por períodos de temperaturas anómalamente altas. El responsable de este gran desajuste del clima no es otro que el ya famoso cambio climático. Es más, en estos días también

hemos podido leer el lapidario informe del IPCC sobre el aumento de las temperaturas en nuestro planeta y los efectos que ello conlleva y conllevará. Estamos viendo temperaturas extremadamente altas en Europa, inviernos casi sin nieve en nuestra cordillera, huracanes más frecuentes y potentes.

Sí, el cambio climático lo tenemos con nosotros. Es cierto que la Tierra ha sufrido, en su larga historia de vida numerosos cambios climáticos, pero lo que estamos viendo en estos últimos años es un proceso acelerado por la acción humana. Es lo que se está conociendo como el “Antropoceno” y las consecuencias recién empezamos a verlas, aunque me temo que aún no le tomamos el suficiente peso. Son innumerables los estudios que han levantado el diagnóstico. Creo que ya nadie niega el efecto del hombre, de nuestra sociedad, en este proceso acelerado de calentamiento de nuestro planeta Tierra, el único espacio que tenemos para vivir, la casa de todos.

Hoy es tiempo de actuar. Está claro que una lluvia como la de estos días –y los próximos frentes que parecen querer llegar– mejorarán un poco la imagen, pero no nos engañemos, el déficit hídrico en el que estamos inmersos es terrible. Y es aquí donde debemos comenzar a actuar. Todos juntos. No es un tema exclusivo de un Gobierno sino un tema de Estado. Se necesita una política que garantice nuestro recurso hídrico, su eficiencia y su buen manejo.

Para ello hay que mirar al cielo, pero también hacia la tierra, hacia nuestros pies. O, mejor dicho, a lo que hay bajo nuestros pies. Porque hay un gran recurso de agua en el subsuelo. Es increíble el desconocimiento que tenemos en nuestro país sobre la cantidad y calidad del agua subterránea y, en esto, también estamos atrasados. Nos gusta mucho mirar a otros países y compararnos con ellos. Bueno, veamos lo que hicieron países donde las precipitaciones no son abundantes y gozan de un clima mediterráneo, como el de Chile central.

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