Brasil dio a los hombres y las mujeres el mismo nivel de acceso a la educación, mejoró la salud materna y redujo las tasas de embarazo en la adolescencia, pero paradójicamente no todas las ciudadanas se han beneficiado de estos avances.

En el país más grande de Latinoamérica, las afrodescendientes y las indígenas siguen estando en desventaja, especialmente en las regiones más pobres, según el informe del Banco Mundial titulado Retrato de género en el Brasil de hoy.

“La lucha contra las desigualdades raciales y geográficas es fundamental para lograr la igualdad de género, pues es difícil – y en algunos casos imposible – mejorar los indicadores de progreso de las mujeres en su conjunto si ciertos grupos se quedan atrás”, escribieron las autoras. “Haríamos un flaco favor si se establecen metas para las mujeres en general cuando se sabe que las no blancas y las residentes del norte, noreste y medio oeste están por debajo de la media”, agregaron.

Para hacer frente a este problema, el estudio destaca la importancia de tener en cuenta las desventajas de estos subgrupos en el diseño de políticas y proyectos, así como en el ajuste apropiado de los objetivos de igualdad de género en el país.

En América Latina, una encuesta realizada en 12 países encontró que entre el 25% y el 50% de las mujeres han sufrido violencia por parte de su pareja.

Y Brasil, en una comparación hecha entre 83 países, fue el país que tuvo la quinta tasa más alta de homicidios de mujeres. De todas las regiones del país, el sureste tiene las tasas más bajas, y fue la única que registró una disminución entre 2003 y 2013. En cambio, tanto en el Norte como en el Nordeste, durante el mismo período, el índice subió más de un 70%. El aumento se concentró entre la población afrobrasileña e indígena, especialmente en el noreste, donde la tasa de homicidios de mujeres afrodescendientes se incrementó un 103% durante la década.

De manera similar a lo que ocurrió en América Latina durante la última década, la brecha entre hombres y mujeres en la participación en la fuerza laboral de Brasil ha cambiado poco. El informe señala que desde 2005, la participación de las brasileñas aumentó sólo un punto porcentual.

El hallazgo es sorprendente teniendo en cuenta que las brasileñas han cerrado (y en algunos casos hasta invertido) las diferencias de género en la educación. El nivel de educación es cada vez mayor, tanto para hombres como mujeres, y la tasa de alfabetización de los jóvenes (15-24 años) alcanzó el 98% para los hombres y el 99% para las mujeres, en comparación con el 84% en 1980. En la actualidad, alrededor de dos tercios de los graduados en universidades cada año son mujeres.

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