Los economistas advierten sobre el riesgo de contabilizar el dinero del FMI dos veces
La casualidad quiso que las últimas dos veces que el Fondo Monetario Internacional (FMI) repartió dólares entre sus países miembros, ocurrió mientras en la Argentina gobernaba el kirchnerismo. Por lo tanto es difícil hacer el contrafáctico y analizar si otro ministro de Economía no hubiera hecho el mismo truco contable que le permitió al Gobierno hacer valer los derechos especiales de giro (DEG) dos veces: primero para hacerse de $422.174 millones de ingresos extras y luego para usar los dólares para cancelar deuda pública.
Pero ante la duda, todos los economistas de la oposición criticaron la medida. Hernán Lacunza, el último ministro de Hacienda del expresidente Mauricio Macri, dijo anoche en Twitter: “El DNU de los DEG es deliberadamente confuso y tiene dos resultados en el balance del BCRA. Por el lado de los pasivos, hay potencial emisión de $422.000 millones adicionales para gasto; por el lado de los activos, hay letras de US$4334 millones (incobrables). O sea, emisión contra papelitos. ¿Cuándo? Cuando quieran. ¿Es para 2022? No necesitaban hacerlo ahora”.
La gran duda en el mercado es si los ingresos adicionales que contabilizó el Ministerio de Economía, de alrededor de un punto del producto, se utilizarán en su totalidad en lo que resta del año o serán un colchón de financiamiento para el próximo. Por lo pronto, la cartera que conduce Martín Guzmán aclaró que, con los pesos de los DEG, se cancelaron Adelantos Transitorios (AT) del Banco Central; es decir, uno de los métodos legales que tiene la entidad monetaria para girarle dinero al Tesoro.
“El mecanismo contable da margen para ampliar el financiamiento monetario sin modificar la Carta Orgánica del BCRA. El aumento en el margen se da una vez que se cancelan los AT y se incorporan los DEG como recursos corrientes. El aumento en el financiamiento disponible es de 1,2% del PBI, que queda disponible para este año o el próximo, si se dispusiera un incremento en el gasto o si eventualmente el roll over (renovación) de la deuda de pesos no fuera suficiente”, explica Martín Vauthier, analista de la consultora Anker.
“Creo que como señal no es buena, porque potencialmente implica un mayor deterioro del balance del BCRA, si efectivamente esos pesos se usan. Pero no es algo inmediato, sino que depende de si esos pesos se usan y cuando. Yo creo que más bien el Tesoro buscó hacerse ese espacio por si lo necesita, pero eso no implica necesariamente que se vaya a usar todo en el corto plazo”, aclaró el economista.
¿Por qué el Gobierno decidió dejar asentado el truco contable el viernes a la noche? Según, Vauthier podría ser para llegar con este mecanismo al pago de US$1905 millones al FMI, que se debe hacer pasado mañana. Luego quedará otro pago idéntico por hacer el 22 de diciembre, que el Gobierno podría evitar si acelera un acuerdo con el Fondo antes de esa fecha.
Con relación a los Adelantos Transitorios, según la Carta Orgánica del Banco Central, la entidad puede transferir hasta una cantidad equivalente al 12% de la base monetaria o hasta una cantidad que no supere el 10% de los recursos en efectivo que el Gobierno haya obtenido en los últimos 12 meses, o el 20% de esos ingresos “con carácter de excepcional y si la situación o las perspectivas de la economía nacional o internacional así lo justificara”.
“El hecho de transferir los DEG amplía el límite de financiamiento por dos vías, porque cambian dólares por pesos y hay $422.000 millones más, pero además porque esos ingresos del Fondo se computan como ingresos en el resultado fiscal, y eso amplía el límite de financiamiento por Adelantos Transitorios. Para ese límite faltaban $600.000 millones y ahora se estira a $1,1 billones. Por lo tanto, se esperaría mayor emisión monetaria. El punto es cómo se traslada esa mayor emisión: si se verá impactada en la inflación en seis o siete meses, porque tiene rezago, o probablemente ejerza primero más presión sobre la brecha cambiaria”, dice el economista Juan Ignacio Paolicchi, de la consultora Empiria.
LA NACION