México: Ventanas al pasado: la ciudad bajo la Ciudad de México
Durante los últimos 30 años, por lo menos, los arqueólogos han permanecido alerta de cualquier movimiento bajo tierra en el primer cuadro de la ciudad: obras públicas, remodelación de calles, la introducción de drenaje, de líneas eléctricas; de agua potable, de teléfono, fibra óptica… todo vale para encontrar las joyas de los aztecas.
De la llamada gran Tenochtitlan conocemos apenas un fragmento diminuto. La fracción mejor explorada de aquella antigua y enorme ciudad se llama Huey-Teocalli — el Templo Mayor, centro absoluto de la vida religiosa mexica — enterrado piedra sobre piedra, tras el sometimiento de la Triple Alianza por el ejército español y sus aliados. La primera piedra la colocó Hernán Cortés hacia 1524 para edificar la imponente Catedral Metropolitana, la más grande de Latinoamérica. Se fundaba así una ciudad sobre otra, hasta que el 21 de febrero de 1978 ocurrió un milagro. Un grupo de trabajadores, que buscaba colocar cableado subterráneo para el metro, se encontró con otra piedra: era la diosa de la luna, la célebre Coyolxauhqui. Su hallazgo precipitó el rescate de su recinto sagrado atrapado por siglos bajo la ahora Ciudad de México. “Exprópiense las casas. Derríbense. Y descúbrase, para el día y la noche, el Templo Mayor de los aztecas”, dijo el presidente José López Portillo impresionado por el monolito.
Era apenas el comienzo. Nueve años después, el 12 de octubre de 1987, abrió sus puertas el Museo del Templo Mayor con el fin de exhibir las piezas encontradas en las excavaciones. Pero, no era suficiente. Bajo los cimientos de construcciones virreinales y decimonónicas, todavía se hallaban los vestigios de Tenochtitlan, una ciudad extensísima. “Tan solo el recinto sagrado mide 500 metros por lado. Son siete manzanas y 78 grandes edificaciones, que gracias al trabajo del Programa de Arqueología Urbana (PAU), fundado en 1991 por el maestro Eduardo Matos Moctezuma, se están recuperando”, cuenta a EL PAÍS el arqueólogo Raúl Barrera, director del programa desde 2007 y curador de la exposición gráfica ‘Pabellón de Ventanas Arqueológicas’, inaugurada esta semana en la Casa del Marqués del Apartado, donde se repasan algunos de los hallazgos más importantes desenterrados y luego exhibidos en 42 rendijas, de 16 inmuebles, para observar el pasado del centro del imperio: los restos de templos y palacios mexicas, las casas solariegas de conquistadores españoles, las iglesias cristianas y hasta las residencias del gobierno virreinal.
En la exposición, enmarcada en la conmemoración de la caída de Tenochtitlan, se muestran, además, cinco esculturas mexicas de gran formato, tres de ellas descubiertas en la Casa del Marqués del Apartado, un par de cráneos procedentes del Huei Tzompantli y videos testimoniales de los arqueólogos, antropólogos físicos, ingenieros y trabajadores de apoyo que se han especializado en temas de restauración y pertenecen al programa de arqueología urbana.